A pesar que desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) se muestran positivos con respecto a la certificación energética, consideran que la obligación de estar en posesión del certificado energético es «una nueva tasa que gravará el alquiler o venta de viviendas»
La Certificación de Eficiencia Energética de Edificios Existentes, aplicada desde hace años en numerosos países de la Unión Europea, obligará a todos los propietarios de inmuebles que quieran venderlos o alquilarlos, con una duración superior a cuatro meses, a disponer de un certificado energético del inmueble desde el 1 de junio de 2013. La norma llegará con cinco meses de retraso, pues estaba contemplado que entrara en vigor el pasado 1 de enero.
La aprobación de la medida llega acompañada de medidas de estímulo, que se recogen en el Plan Estatal de Vivienda 2013-2016, que conlleva una inversión hasta el año 2016 de 2.300 millones de euros. De ellos, se destinarán 1.500 millones a facilitar el acceso a la vivienda y 627 a la rehabilitación, regeneración y eficiencia energética. Con ello se pretende posibilitar la reactivación del sector de la construcción y una mejora en la calidad de nuestro parque inmobiliario.
Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) dan la bienvenida a este tipo de medidas, que suponen ayudas y futuros ahorros para los ciudadanos al tiempo que permiten al país dinamizar la economía y cumplir con los objetivos ambientales marcados por la Unión Europea. Pero, al mismo tiempo, instan a que el cargo de este nuevo certificado, que puede rondar los 300 euros, no recaiga en los ciudadanos, sino que sea la administración pública quien haga frente a este nuevo desembolso.