El III Congreso Internacional Arquitectura y Sociedad, que celebrará del 11 al 13 de junio en Pamplona bajo el lema “Arquitectura necesaria”
Tras el primer congreso, celebrado en el Baluarte de Pamplona en junio de 2010 con el lema ‘Más por menos’, y el segundo, que se reunió en el mismo lugar en junio de 2012 bajo la rúbrica ‘Lo común’, el tercer congreso internacional de la Fundación Arquitectura y Sociedad se desarrollará de nuevo en la capital navarra para discutir la ‘Arquitectura necesaria’. Como los anteriores, este congreso reunirá a arquitectos muy destacados junto a figuras emergentes.
El primero contó con la presencia de Renzo Piano, Jacques Herzog y Glenn Murcutt (tres premios Pritzker, el equivalente al Nobel en arquitectura) junto a los decanos de Harvard y Columbia o el filósofo Slavoj Zizek, para completar participantes de los cinco continentes. En el segundo intervinieron de nuevo otros tres premios Pritzker, Norman Foster, que inauguró el evento, y dos maestros ibéricos que lo cerraron, Rafael Moneo y Eduardo Souto de Moura, además de un nutrido grupo de arquitectos internacionales, veteranos y jóvenes.
Conjuntamente, los dos primeros congresos propusieron la austeridad y la solidaridad como herramientas para enfrentarse a la crisis que afecta al país y a la profesión; el tercero desea poner énfasis en la condición necesaria de la arquitectura para mejorar nuestro entorno y la vida de las gentes. Para ello, convoca de nuevo a grandes arquitectos internacionales junto a figuras destacadas de diferentes países que reúnen la excelencia profesional con la atención a la sostenibilidad y a la dimensión social de la arquitectura.
El lema de este evento, ‘Arquitectura necesaria’ tiene dos sentidos, y ambos se refuerzan entre sí. Por un lado, propone la arquitectura necesaria frente a la desmesurada o excesiva; por otro, reclama la condición necesaria de la arquitectura frente a los que la juzgan prescindible o superflua. La primera interpretación subraya la contención y la medida, privilegiando la austeridad y el laconismo frente al despilfarro material y simbólico: una arquitectura económica de medios y de gestos; la segunda interpretación pone énfasis en la naturaleza imprescindible de este arte público, que no puede reducirse a la mera construcción: la arquitectura como medio de exposición y transmisión de valores culturales.
Manifestándose a la vez contra el exceso y contra el defecto, los dos sentidos del lema convergen en la defensa de una arquitectura mesurada y responsable, tan atenta a los límites que marca la sostenibilidad como consciente de su papel en la orquestación de la sociabilidad. Arquitectura, pues, la necesaria; pero no menos de la necesaria. En su día, Tatlin defendió ‘ni lo viejo, ni lo nuevo: lo necesario’, y esa voluntad de salvar la arquitectura de los gustos cambiantes para establecer la permanencia de la necesidad olvida quizá que el tiempo y las circunstancias alteran lo que juzgamos imprescindible; pero también ilumina con su fogonazo de consigna la suprema elegancia estética y la exacta responsabilidad ética de la necesidad.